EL DESIERTO EL LUGAR QUE NO QUEREMOS ATRAVESAR
Éxo 13:17
Cuando el rey de Egipto
dejó que los israelitas se fueran de su país, Dios mismo les enseñó el camino
que debían seguir. No los llevó por la región donde vivían los filisteos,
aunque era el camino más corto. Y es que Dios pensó que si los filisteos atacaban
a los israelitas, estos podrían asustarse y regresar a Egipto.
Éxo 13:18 Por eso Dios hizo
que los israelitas rodearan el camino del desierto que lleva al Mar de los
Juncos. Así salieron de Egipto,
Éxo 13:19 y Moisés les ordenó
llevar con ellos los huesos de José, pues antes de morir, él les había dicho a
sus hermanos: «Estoy seguro de que Dios vendrá a ayudarlos; cuando eso pase,
llévense de aquí mis huesos».
Éxo 13:20 Los israelitas
empezaron su viaje en el pueblo de Sucot, y llegaron a Etam, donde comienza el
desierto. Allí acamparon.
Éxo 13:21 (21-22) En ningún momento Dios los dejó solos. De día
los guiaba mediante una nube en forma de columna, y de noche les alumbraba el
camino con una columna de fuego.
Cuando Dios nos saca de tierra de esclavitud
para llevarnos a una tierra de bendición pasaremos por el desierto, él mismo se
encargara de conducirnos por ese desierto, también se encargara de cuidarnos mientras lo atravesamos.
Dios promete llevarnos
a una tierra de bendición, pero antes de esto nos pasara por el desierto para
probarnos.
El pueblo de Israel tenía
que ser probado, tenía que aprender a confiar en Dios, tenían que poner toda su
fe y adoración solo en el Dios todo
poderoso.
Para cada uno de
nosotros Dios tiene su tierra de bendición, esa bendición empieza cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón, Dios nos saca de
esclavitud de Egipto y nos conduce a tierra que fluye leche y miel, pero en el
camino tendremos que pasar por el desierto, allí él probara nuestra fe y
nuestra dependencia de Dios.
No podemos evadir el
desierto, si no lo atravesamos nunca podremos ver la gloria de Dios en nuestras
vidas.
Cuando Dios saco al
pueblo de Israel no lo llevo por la ruta más corta que duraba solamente dos
semanas, los condujo por el desierto
para entrenarlos y enseñarles a ser guerreros, para cuando llegaran a enfrentar
los gigantes pudieran derrótales, de lo contrario un pueblo sin entrenamiento
seria derrotado fácilmente.
Esto nos enseña que lo
más fácil no siempre es lo correcto y lo más bueno; si todo nos sale tan
perfecto como lo hemos planeado tal vez nunca valoremos lo que Dios hace por
nosotros; muchas veces la comodidad y las cosas buenas hacen que nuestra mirada
se desvíe fácilmente al mundo y seamos atacados por los filisteos, corriendo el
riesgo de volver a Egipto.
Si el pueblo de Israel
Dios lo hubiera llevado por ese camino más corto no hubiera soportado los
ataques de los filisteos, se hubieran devuelto fácilmente a Egipto.
Éxo 13:17 Cuando el rey de
Egipto dejó que los israelitas se fueran de su país, Dios mismo les enseñó el
camino que debían seguir. No los llevó por la región donde vivían los
filisteos, aunque era el camino más corto. Y es que Dios pensó que si los
filisteos atacaban a los israelitas, estos podrían asustarse y regresar a
Egipto.
Éxo 13:18 Por eso Dios hizo
que los israelitas rodearan el camino del desierto que lleva al Mar de los
Juncos. Así salieron de Egipto,
Cuando pasemos por el
desierto debemos tener mucho cuidado en como actuamos mientras lo atravesamos; la
palabra de Dios nos dice que no debemos actuar como los Israelitas cuando
entraron en el desierto, nos da una advertencia.
Hebreos 3:16 ¿Quiénes
fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron
de Egipto por mano de Moisés?
3:17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que
pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?
3:18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que
desobedecieron?
3:19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad
1Co 10:6 De esto que le
sucedió a nuestro pueblo, nosotros tenemos que aprender nuestra lección. No debemos
desear hacer lo malo como ellos.
1Co 10:7 Ni debemos adorar a
los ídolos, como hicieron algunos. Así dice la Biblia: «La gente se sentó a
comer y beber, y luego se puso a bailar en honor de los ídolos.»
1Co 10:8 Tampoco debemos
tener relaciones sexuales prohibidas,[1]
como lo hicieron algunos de ellos. ¡Por eso, en un solo día murieron veintitrés
mil!
1Co 10:9 No tratemos de ver
cuánto podemos pecar sin que Cristo nos castigue. Algunos del pueblo lo
hicieron, y murieron mordidos por serpientes.
1Co 10:10 Tampoco debemos
quejarnos, como algunos de ellos lo hicieron. Por eso el ángel de la muerte los
mató.
1Co 10:11 Todo eso le sucedió
a nuestro pueblo para darnos una lección. Y quedó escrito en la Biblia, para
que nos sirva de enseñanza a los que vivimos en estos últimos tiempos.
En el desierto es fácil caer
en pecado.
Adorando dioses falsos
Éxo 32:7 Entonces el Señor
dijo a Moisés:
–Anda, baja, porque tu
pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha echado a perder.
Éxo 32:8 Muy pronto se han apartado del camino que yo les ordené seguir. Se han hecho un becerro de oro fundido, y lo están adorando, le presentan ofrendas y dicen: ‘¡Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto!’[h]
En el desierto muchas veces no tenemos lo que deseamos y es fácil olvidarnos de Dios y crear nuestro propio dios adorando riqueza, fama y poder.
La murmuración y la queja hacen que nos quedemos o que el desierto sea más largo. Cuando empezamos a vivir una vida con Cristo y Dios permite que pasemos por momentos difíciles es muy fácil caer en murmuración y
desconfiar de Dios, creemos que estamos solos y que es mejor volver a la vida antigua y disfrutar de los placeres de Egipto.
Éxodo 16:2 Y toda la
congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el
desierto;
16:3 y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de
Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando
comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar
de hambre a toda esta multitud.
Núm 14:1 Aquella noche todos
los israelitas empezaron a gritar y a llorar.
Núm 14:2 Se quejaban contra
Moisés y Aarón, y decían:
«¡Ojalá nos hubiéramos
muerto en Egipto, o en este desierto!
Núm 14:3 ¿Para qué nos trajo
Dios a este territorio? ¿Sólo para que nos maten a todos, y se lleven como
esclavos a nuestras mujeres e hijos? ¡Mejor regresemos a Egipto!»
Núm 14:4 Y se decían unos a
otros: «¡Vamos a elegir a un jefe que nos lleve de vuelta a Egipto!»
Núm 14:5 Entonces Moisés y
Aarón se tiraron de cara al suelo delante de los israelitas.
Núm 14:6 También se rasgaron
la ropa en señal de dolor Josué y Caleb, que eran dos de los que habían ido a
explorar el país.
Núm 14:7 Les dijeron a todos
los israelitas:
«El territorio que
vimos es bastante bueno;
Núm 14:8 allí siempre habrá
abundancia de alimentos. Dios nos ama; nos ayudará a entrar en él y nos lo
dará.
Los deseos de la carne nos pueden hacer pecar
En este mundo de desierto y aflicción no podemos desviar nuestra mirada de Dios, no debemos ceder a los deseos pecaminosos que a diario acechan al cristiano.
Nuestro gozo y confianza debe estar en Dios, con la seguridad de que Dios nos dará la victoria y nos llevara a la tierra prometida.
Núm 25:1 Cuando los
israelitas se establecieron en Sitim,[a]
sus hombres empezaron a corromperse con las mujeres moabitas,
Núm 25:2 las cuales los
invitaban a los sacrificios que ofrecían a sus dioses. Los israelitas tomaban
parte en aquellas comidas y adoraban a los dioses de las moabitas,
Núm 25:3 y así se dejaron
arrastrar al culto de Baal-peor.[b]
Entonces el Señor se enfureció contra Israel,
Núm 25:4 y dijo a Moisés:
–Reúne a todos los
jefes del pueblo y ejecútalos delante de mí, a plena luz del día. Así se
calmará mi ira contra Israel.[c]
Núm 25:6 Pero un israelita
llevó a su casa a una mujer madianita, a la vista de Moisés y de todos los
israelitas reunidos, mientras ellos se encontraban llorando a la entrada de la
tienda del encuentro.
Núm 25:7 Al ver esto,
Finees, hijo de Eleazar y nieto del sacerdote Aarón, se apartó de los
israelitas reunidos, empuñó una lanza
Núm 25:8 y se fue tras aquel
israelita, hasta su alcoba,[d] y
allí atravesó por el estómago al israelita y a la mujer. Así se terminó la
plaga que estaba haciendo morir a los israelitas,
Núm 25:9 por causa de la
cual ya habían muerto veinticuatro mil de ellos.
1Co 6:9 (9-10) ¿No sabéis que los malvados no tendrán parte
en el reino de Dios? No os dejéis engañar, pues en el reino de Dios no tendrán
parte los que cometen inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que
cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni
los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los tramposos.[d]
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