LA SANGRE DE CRISTO NOS SEPARA DEL MUDO
Éxo 12:21 Moisés llamó a los
jefes israelitas y les dijo:
«Vaya cada uno de
ustedes a buscar un cordero para su familia, y mátenlo para celebrar la cena de
la Pascua.
Éxo 12:22 Echen la sangre del
cordero en una vasija, tomen luego unas ramas de hisopo y unten con ellas la
sangre en los marcos de las puertas de sus casas. Después de esto, nadie deberá
salir de su casa hasta el día siguiente.
Éxo 12:23 Así, cuando nuestro
Dios recorra el país para quitarles la vida a los hijos mayores de los
egipcios, verá la sangre en los marcos de las puertas y pasará de largo. Dios
no permitirá que muera ninguno de ustedes.
Éxo 12:24 »De ahora en
adelante, ustedes los israelitas tendrán la obligación de obedecer siempre
estas instrucciones que Dios les ha dado.
Éxo 12:25 Cuando vivan en la
tierra que Dios prometió darles, celebrarán esta misma ceremonia todos los
años.
Éxo 12:26 Y cuando sus hijos
les pregunten qué significa esta fiesta,
Éxo 12:27 ustedes les dirán:
“Esta cena es la Pascua que celebramos en honor de nuestro Dios. Cuando él
recorrió todo Egipto para matar a los hijos mayores de los egipcios, pasó de
largo frente a nuestras casas y nos libró de la muerte”».
Cuando Moisés terminó
de hablar, todos los israelitas se arrodillaron y adoraron a Dios,
Éxo 12:28 y luego hicieron lo
que Dios les había ordenado a Moisés y Aarón.
Como
hijos de Dios estamos llamados a salir del
mundo, así como Dios le ordeno al pueblo de Israel que salieran de
Egipto.
Cristo
nos ha redimido con su sangre y nos ha llamado para que salgamos del mundo.
Dios
salvo a los Israelitas mediante el cordero
de la pascua. Cuando el mensajero de Dios salió para dar muerte a todos
los primogénitos de Egipto, el ángel de la
muerte paso de largo ante las puertas que tenían la sangre. En la casa
en cuya puerta no había sangre moría el primogénito, esto no tenía que ver con
que si allí habitaba una buena familia, o si era importante, lo único que
importaba era que en la puerta estuviera la sangre.
La
sangre de Cristo es la que nos hace limpios, es la que nos salva, es la que nos
da vida eterna, es la que nos lleva a salir del mundo, así como lo hizo el pueblo
de Israel.
Efe 2:8 Porque por gracia
sois salvos por la fe, y esto no de vosotros, es el don de Dios:
Efe 2:9 No por obras, para
que nadie se gloríe.
La
sangre de Cristo es la que nos redime, por lo tanto debemos salir del mundo, no
debemos quedarnos a compartir.
El
pueblo de Israel una vez que fue redimido por la sangre no pudo quedarse en Egipto,
haciendo casas para morar allí.
Antes
de la media noche sacrificaron el cordero y rociaron la sangre, y comieron el
cordero rápidamente, estando listos para salir.
Éxo 12:11 Y así habéis de
comerlo: ceñidos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro
bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente: es la Pascua del SEÑOR.
Éxo 12:12 Pues yo pasaré
aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra
de Egipto, así en los hombres como en las bestias: y haré juicios en todos los
dioses de Egipto. YO EL SEÑOR.
Éxo 12:13 Y la sangre os será
por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre, y pasaré de
vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad, cuando heriré la tierra de
Egipto.
Cuando Cristo nos redime, lo primero que tiene que haber en el cristiano es
separación, que significa partida o salida.
Dios jamás redime a una persona para que siga viviendo
en el mundo, cuando la persona quiere vivir conforme al mundo tendrá muerte.
1Jn 2:15 No améis al mundo,
ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre
no está en él.
1Jn 2:16 Porque todo lo que
hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
1Jn 2:17 Y el mundo pasa, y
sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Todo
el que haya nacido de nuevo debe salir del mundo y convertirse en extranjero y
peregrino en esta tierra.
1Pe 2:11 Amados, yo os ruego
como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que
batallan contra el alma,
El pueblo de Israel salió de Egipto y tuvo que convertirse en extranjero
y peregrino.
1Cr 29:15 Porque nosotros,
extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y
nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura.
Nuestra morada no está en esta tierra, somos ciudadanos del cielo.
Flp 3:20 Mas nuestra
ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo;
Flp 3:21 el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al
cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí
mismo todas las cosas.
Al convertirnos en peregrinos
en este mundo no significa que tenemos que irnos de este mundo, debemos
apartarnos del pecado de este mundo.
Jua 17:15 No ruego que los
quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Jua 17:16 No son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.
OBSTSCULOS
PARA SALIR DE EGIPTO
Para el pueblo de
Israel no fue fácil salir de Egipto, muchas veces faraón les impidió que salieran.
La primera vez que
intentaron salir solo les dio permiso a los varones, pero tenían que dejar allí
a los jóvenes y a los ancianos.
Después dice que podían salir todos, pero que dejaran
sus ganados. Faraón sabían que al dejar
a sus familias y animales en Egipto ellos volverían.
La estrategia de sotanas,
es evita que nos separemos totalmente de
Egipto, que mientras hayamos dejado algo que amemos más que Dios, siempre
volveremos.
Mat 6:21 Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Éxo 10:8 El faraón mandó
llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: —Vayan y rindan culto al SEÑOR su Dios.
Tan sólo díganme quiénes van a ir.
Éxo 10:9 —Nos van a
acompañar nuestros jóvenes y nuestros ancianos —respondió Moisés—. También nos
acompañarán nuestros hijos y nuestras hijas, y nuestros rebaños y nuestros
ganados, pues vamos a celebrar la fiesta del SEÑOR.
Éxo 10:10 —Que el SEÑOR los
acompañe —repuso el faraón—, ¡si es que yo dejo que se vayan con sus mujeres y
sus hijos! ¡Claramente se ven sus malas intenciones![b]
Éxo 10:11 ¡Pero no será como
ustedes quieren! Si lo que quieren es rendirle culto al SEÑOR, ¡vayan sólo
ustedes los hombres! Y Moisés y Aarón fueron arrojados de la presencia del
faraón.
Faraón quería que el
pueblo de Israel ofreciera sacrifico ahí
en la misma tierra, sin tener que ir a otro lugar, allí seguirían siendo esclavos y no podrían
ser de testimonio; el enemigo desea que adoremos a Dios pero sin renunciar a
este mundo, pues todo aquel que no
aborrece el mundo, aunque diga adorar a
Dios vivirá en esclavitud y terminará como siervo del enemigo.
Éxo 8:25 (21) Al
ver esto el rey, mandó a llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:
—Vayan y adoren a su
Dios, pero no salgan del país.
Éxo 8:26 (22)
Moisés le contestó:
—No creo que debamos
hacerlo. A los egipcios no les gustará vernos adorar a nuestro Dios y ofrecerle
animales que para ellos son sagrados. Si llegan a vernos haciéndolo, lo más
seguro es que nos maten a pedradas.
Como cristianos nacidos
de nuevo, redimidos por su sangre, ya no pertenecemos a este mundo, pertenecemos
al reino celestial.
Flp 3:20 Nosotros, en
cambio, somos ciudadanos del cielo, y esperamos que de allí vuelva nuestro
Salvador, el Señor Jesucristo.
Flp 3:21 Nuestros débiles
cuerpos serán destruidos, pero él los transformará en cuerpos gloriosos como el
suyo. Esto lo hará con el mismo poder con que controla todo el universo.
La sangre de Cristo nos
compró por lo tanto debemos abandonar el mundo, somos posesión de Dios.
Así como el pueblo de
Israel fue libertado de la esclavitud y atravesó el desierto, para llegar a la tierra prometida, nosotros como hijos de Dios debemos pasar por el desierto de esta vida, para luego poseer la tierra prometida.
1 Pedro 1:18-19
Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha.
2 Corintios 10:3-6
Es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo, ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones y el orgullo de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que los pecadores cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo. Estamos dispuestos a castigar a todo el que no obedezca a Cristo, comenzando por ustedes, hasta que llegue el día en que todos lo obedezcan.
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