SOMOS HIJOS DE DIOS
Todo aquel que recibe al señor en su corazón y que cree en él se constituye en su hijo.
Juan 1:12,13. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
¿CÓMO CONVERTIRNOS EN HIJOS DE DIOS?
O Debemos recibir a
Jesús mediante la fe en él.
Creer en el nombre de Jesús significa tener fe en él y en lo que representa. Esto incluye creer que Jesús es el Hijo de Dios, que murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día para darnos vida eterna. Creer en su nombre es aceptar su sacrificio como sustituto por nuestros propios pecados.
O Por la gracia que
Dios nos da de arrepentirnos y tener fe en el Salvador y Señor,
nacemos de nuevo a una vida nueva como hijos de Dios.
O Son hijos
de Dios solo aquellos que reciben a Jesús, no los que apenas saben de Él, sino los que confían en Él
para salvación, se someten a Él como su Señor, y lo aman como su mayor tesoro.
La Biblia establece claramente, que toda la gente es creación de Dios (Colosenses 1:16) y que Dios ama al mundo entero (Juan 3:16), pero que sólo aquellos que han nacido de nuevo son hijos de Dios (Juan 1:12; Juan 11:52; Romanos 8:16; 1 Juan 3:1-10).
En la Escritura, los que se pierden nunca son mencionados como hijos de Dios. Efesios 2:3 nos dice que antes que fuéramos salvos, “éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Romanos 9:8 dice que “…no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. En vez de haber nacido como hijos de Dios, nacimos en pecado, el cual nos separa de Dios y nos sitúa al lado de Satanás como enemigos de Dios (Santiago 4:4; 1 Juan 3:8). Jesús les dijo: " Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió" (Juan 8:42). Un verso después, en Juan 8:44, Jesús dijo a los fariseos; “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer…”. El hecho de que aquellos que no son salvos no son hijos de Dios, también puede verse en 1 Juan 3:10, “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo; todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”.
Nos convertimos en hijos de Dios cuando somos salvos porque somos adoptados dentro de la familia de Dios a través de nuestra relación con Jesucristo (Gálatas 4:5-6; Efesios 1:5). Esto puede verse claramente en versículos como Romanos 8:14-17. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados”. Aquellos que son salvos son “…hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26) porque Dios nos ha “…predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad” (Efesios 1:5).
O No podemos lograr
nuestro nacimiento dentro de la familia de Dios, por medio de buenas
obras o invocando la fe surgida de nosotros.
Como
lo dicen los versos antes mencionados, Dios es el único que “tiene el derecho”
de acuerdo a su misericordiosa voluntad. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,
para que seamos llamados hijos de Dios.” (1 Juan
3:1, 2). Por eso, el hijo de Dios no tiene nada de que
enorgullecerse, sino solo gloriarse en el Señor (Efesios
2:8-9).
Otros pasajes que enseñan claramente la salvación sólo por la fe son Hechos 16:31; Romanos 3:28; 4:5; 5:1; Gálatas 2:16; 3:24; Efesios 1:13; y Filipenses 3:9.
Hay algunos pasajes bíblicos que, a primera vista, parecen enseñar la salvación por la fe más las obras. Uno de ellos es Santiago 2:24, que parece decir que la justificación es por la fe más las obras: "Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe". Este aparente problema se resuelve examinando toda la argumentación de Santiago en su epístola. Santiago está refutando la idea de que una persona pueda tener fe salvadora sin producir ninguna obra buena (ver Santiago 2:17-18). Según Santiago, la fe genuina en Cristo producirá un cambio de vida y producirá buenas obras (Santiago 2:20-26).
Pablo dice que los que tienen verdadera fe en Jesucristo estarán "celosos de buenas obras" (Tito 2:14). Volviendo a Efesios 2, inmediatamente después de enseñar que nos salvamos por la fe, no por las obras (Efesios 2:8-9), Pablo dice que fuimos creados "para buenas obras" (Efesios 2:10). La salvación viene por la gracia de Dios a través de la fe, y esa fe se manifiesta en buenas obras. Las obras acompañan a la fe y son una prueba de ella.
Si vamos a decir que somos salvos por las obras, debemos especificar de quién son las obras. No nos salvamos por nuestras propias obras, por muy meritorias que nos parezcan. Nos salva únicamente la obra de Cristo a favor nuestro. Su muerte y Su resurrección son las obras que nos salvan. Recibimos a nuestro Salvador por la fe (Juan 1:12).
Un hijo crece para parecerse a sus padres. De manera similar, Dios quiere que
Sus hijos se vuelvan más y más como su hijo Jesucristo. Aunque solo en el cielo
podremos ser perfectos, un hijo de Dios no pecará habitualmente y seguirá sin arrepentirse.
“Hijitos,
nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como Él es justo. El que
practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio.
Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo
aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios
permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
1Jn 3:10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del Diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
PARA SER VERDADEROS HIJOS DE
DIOS DEBEMOS.
O Andar como Cristo anduvo
O Guardar su palabra
O Vivir como hijos de luz y
desechando el pecado. 1 de Juan 3:9.10.
"Más a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios".
Los cristianos son adoptados
en la familia de Dios.
Romanos 8:16, "El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios".
Gálatas 4:4-5, "Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos".
La recompensa de
ser hechos hijos de Dios es inmensurable. Como hijos de Dios, formamos parte de
Su familia (la iglesia), tenemos prometido un hogar en el cielo, y nos es dado
el derecho de aproximarnos a Dios en oración como nuestro Padre (Efesios 2:19; 1 Pedro 1:3-6; Romanos 8:15).
ESTAMOS AQUÍ PARA REPRESENTAR A CRISTO.
Como hijos de Dios, debemos representar al Señor Jesucristo
aquí en la tierra donde Él es rechazado.
Nuestra responsabilidad principal es mostrar en la tierra las hermosuras del Cristo celestial.
1 Pedro 2:9. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
¡Piense
en el honor y la dignidad de ser hijo de Dios! Si nos diéramos
cuenta de quiénes somos, nunca querríamos hacer algo malo o que no sea digno de
Dios. Filipenses
.2: 14,15.
Flp 2:14 Haced todo sin murmuración y
contiendas,
En todo lo que hacemos tenemos la oportunidad de glorificar a Dios.
1 Corintios 10:31. Si pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
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