viernes, 24 de marzo de 2023

LIBERANDO NUESTRA MENTE

 

LIBERANDO NUESTRA MENTE

                                                  


Romanos 1. 2 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

 LA IMPORTANCIA DE LA MENTE

 El uso correcto de nuestra mente produce tres beneficios. En primer lugar, glorificar a nuestro Creador. Siendo nuestro Creador un Dios racional que nos hizo seres racionales a su imagen y semejanza, y habiéndonos dado en la naturaleza y en las Escrituras una revelación racional, espera que usemos nuestra mente para estudiar su revelación. Al estudiar el universo y leer las Escrituras estamos pensando los pensamientos de Dios como él quiere. Por esto, un uso correcto de nuestra mente glorifica a nuestro Creador.

 En segundo lugar, enriquece nuestra vida cristiana. No estoy hablando de la educación, la cultura y el arte, que enriquecen la calidad de nuestra vida humana; estoy hablando de nuestro discipulado cristiano. Ningún área del discipulado es posible sin el uso de nuestra mente. Alabar es amar a Dios con todo nuestro ser, incluso con nuestra mente. La fe es una confianza razonable y otro ejemplo de la manera en que Dios nos guía.

 En tercer lugar, fortalece nuestro testimonio evangelizador. Con frecuencia nos preguntamos: ¿Por qué unos no aceptan a Jesucristo? Podríamos dar muchas razones, pero hay una acerca de la cual no pensamos lo suficiente: ellos perciben que nuestro evangelio es trivial, no les parece suficientemente amplio como para relacionarse con la vida real. Tenemos que recordar cómo evangelizaban los apóstoles, de qué forma razonaban con la gente, y que basándose en las Escrituras muchos fueron persuadidos. De hecho, Pablo define su ministerio diciendo: «Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres» (2 Co 5.11). Utilizar argumentos en nuestra evangelización no es incompatible con la fe en la obra del Espíritu. El Espíritu Santo no hace que la gente llegue a Jesucristo a pesar de las evidencias, sino que atrae a las personas a Cristo por medio de éstas, cuando Él abre sus mentes para que las tengan en cuenta. Pablo puso su confianza en el poder del Espíritu Santo, pero no por eso dejó de pensar y argumentar. El anti intelectualismo es algo negativo y destructivo, insulta a nuestro Creador, empobrece nuestra vida cristiana y debilita nuestro testimonio; el uso adecuado de la mente glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece nuestro testimonio en el mundo.

LA MENTE CRISTIANA

 Empezaremos por definir el término. En primer lugar, se trata de la mente de un cristiano. Nuestra mente ha sido manchada por la caída, también nuestras emociones, nuestra voluntad, nuestra sexualidad. Pero cuando vamos a Jesucristo nuestra mente comienza a ser renovada. El Espíritu Santo nos abre la mente para que veamos cosas que nunca antes habíamos visto. Por lo tanto, la mente cristiana no es una mente que está pensando sólo en asuntos religiosos, sino que es una mente que está pensando aun hasta en las cosas más seculares ¡pero desde una perspectiva cristiana! La mente cristiana busca la voluntad de Dios en el hogar y en el trabajo, en nuestra comunidad, en cuestiones de ética social y de política. Una mente cristiana es una forma de pensar, es una manera cristiana de mirar todas las cosas, su perspectiva cristiana ha sido renovada por el Espíritu Santo. Es una mente bíblica, porque está moldeada por presuposiciones bíblicas.

LOS FUNDAMENTOS DEL PENSAR CRISTIANO

 La realidad de Dios

 La mente cristiana reconoce a Dios como la realidad suprema dentro y más allá de todo fenómeno. La realidad del Dios viviente y el hecho de que la Biblia se centre en Dios son indispensables para la mente humana. La Biblia es un libro hecho por Dios acerca de Él mismo. Hasta se podría decir que es la autobiografía de Dios. Dios se revela a sí mismo a través de las Escrituras. Se describe como Creador y Señor, como Redentor, Padre y Juez. Por lo tanto, la mente cristiana es una mente centrada en Dios.

 Permítanme ahora pensar en dos implicaciones de esta verdad. En primer lugar el significado de la sabiduría. La sabiduría es un tema prominente en la Biblia. Creo que todos quisiéramos tener la reputación de ser sabios. El Antiguo Testamento contiene, además de la Ley y los profetas, una tercera sección llamada de literatura sapiencial que consta de cinco libros: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares. El rey David y el rey Salomón vivieron muchos, muchos años, con muchas, muchas concubinas y muchas, muchas esposas; pero cuando llegaron a la vejez, con muchos remordimientos, el rey Salomón escribió los Proverbios y el rey David los Salmos. Estos cinco libros de sabiduría tratan los siguientes temas: ¿Qué significa ser un ser humano? ¿Cómo es que el sufrimiento, el mal y el amor forman parte de nuestra humanidad? Eclesiastés, por ejemplo, es muy conocido por su estribillo pesimista: «Vanidad de vanidades, todo es vanidad» (1:2), o «sin sentido, sin sentido, todo es sin sentido». Este libro demuestra lo absurda que es una vida sin Dios. Es la falta de sentido de la vida humana que, por lo tanto, ignora la realidad de Dios. Si la vida se reduce al pequeño período de 70 años, con todo el sufrimiento y la injusticia que se obtiene, y si para todos termina de la misma manera, entonces «sin sentido, sin sentido, todo es sin sentido». Sólo Dios le puede dar sentido a la vida. Puede convertir la locura humana en sabiduría. Sin Dios, no hay más que locura y futilidad. Ésta es la tragedia del vacío espiritual del mundo hoy en día, y de ahí viene el rechazo del secularismo por parte de la mente cristiana. El secularismo niega la realidad de Dios y, por lo tanto, destruye la auténtica humanidad. No solamente destrona a Dios, sino que también reduce el potencial del ser humano a menos de lo que es su potencial. El ser humano sin Dios ya no es humano.

 La segunda implicación de la realidad de Dios es la preeminencia de la humanidad. La mente cristiana es una mente centrada en Dios y, por lo tanto, también una mente humilde, debido al carácter teocéntrico de la Biblia. De acuerdo a la Biblia, nada es tan vulgar como el orgullo y nada tan atractivo y hermoso como la humildad que nos hace inclinarnos ante el Dios viviente y recordar que Dios es Dios.

QUÉ ES UNA MENTE RENOVADA?

Es necesario entender que fuera de Cristo nuestra mente estaba atada al pecado, es decir que cada pensamiento que fluía en nuestra mente llevaba en la mayoría de los casos un fin propio y egoísta.

El hecho de traer incluido el pecado universal, nos hacia actuar en contra de los principios celestiales. Pero desde el momento que confesamos nuestro pecados y Jesús nos perdono, desde ese momento comenzó una renovación en nuestra vida, una renovación en todo sentido y en la cual nuestra mente también iba incluida.

Es ahí en donde podemos decir que una mente renovada es aquella que ha pasado y esta pasando el proceso de Dios en su vida, en pocas palabras es la mente de una persona que reconoce su necesidad de Dios por lo cual anhela, ya no tener la mente llena de pecado de la vida pasada, sino como que anhela tener la mente de Cristo.

Tener la mente de Cristo es tratar de ver las cosas como Cristo las vería, es pensar en tu prójimo y no tan solo en ti, es actuar por fe si antes ver las cosas, es desechar modelos de pensamientos que dañaran tu relación con Dios.

¿CÓMO ES UNA MENTE RENOVADA?

A lo mejor y te estas haciendo esta pregunta, pues acá te la quiero contestar de una manera sencilla y a la vez te animo a que examines tu vida y cuestiones lo siguiente: ¿Tendré una mente renovada?.

UNA MENTE RENOVADA ES:

Una mente sin orgullo: La humildad dominara antes que el orgullo. No habrá cabida para el orgullo pues sale sobrando. En el ámbito espiritual cuando tú te humillas, Dios te exalta y es algo que una mente renovada reconoce y es por eso que desecha el orgullo.

Una mente sin prejuicio: Una mente renovada no permitirá que haya cuestionamientos destructivos, no permitirá que el prejuicio entre en acción. Pues una mente renovada es una mente sencilla.

Una mente sin negativismo: Para una mente renovada no habrá derrota pues si realmente esta renovada es porque Cristo Gobierna. En una mente renovada de una persona no puede caber el negativismo, pues el negativismo es señal de la necesidad de ser renovado.

Una mente que sabe perdonar (Lucas 23:34): Una de las formas de saber si realmente mi mente ha sido renovada, es saber qué grado de perdón existe en ella. Pues una vida que no ha aprendido a perdonar y que por ende recuerda cada cierto tiempo el mal momento que paso y a la persona que no puede perdonar, es una mente que no ha sido renovada. Pues el perdón es uno de los frutos de una mente realmente renovada. El mismo Jesucristo nos da un ejemplo de Perdón al perdonar a aquellos que lo estaban crucificando. Si realmente amamos a Dios también trataremos de renovar el área del perdón en nuestra vida.

¿Cómo es una mente que aún no ha sido renovada?

Bueno citare rápidamente algunas características que una persona la cual su mente aún no ha sido renovada tiene:

  • Tiene una vida llena de resentimientos y falta perdón.
  • No ve las cosas espirituales como un objetivo.
  • Su pensamiento es terrenal y no espiritual.
  • Se cree inferior a los demás o acomplejado.
  • Es una persona que comete pecado constantemente y no siente ni el menor deseo de desechar la vida de pecado que lleva.
  • Se preocupa más por agradar el ojo del hombre que por agradar el ojo Divino.
  • Todo el tiempo piensa que no se lograran las cosas.
  • Se deleita en los placeres de este mundo.
  • Tiene “su propio concepto” de lo que desagrada a Dios y de lo que no.
  • Piensa que el servicio a Dios es para los que no tienen nada que hacer.
  • Cree que con el hecho de asistir a una Iglesia todo está bien, aunque espiritualmente este muerto(a).
  • Ve las cosas espirituales como una imposición.
  • Pide y Pide a Dios, pero no se deleita en El.
  • Critica cada culto o reunión de su Congregación.
  • Es una persona pesimista y no ve nada positivo.
  • Es una persona que deja mucho que desear con su testimonio. 

¿Cómo renovar nuestra mente?

Aceptando a Jesús como Señor y Salvador. Definitivamente este es el primer paso que tienes que dar pues tu mente no puede ser renovada si tu corazón aún no ha sido renovado, para esto lo primero que tienes que hacer es: Confesar con tu boca que Jesús es El Señor y creer en tu corazón que Dios lo levanto de los muertos. Al realizar esto automáticamente Jesús Perdona tus pecados por enormes que te parezcan, así es como actúa Dios e inmediatamente comienza el proceso de renovación en tu vida. Con esto no te digo que, de un momento para otro, serás totalmente diferente, no, seria mentirte, sino más bien que comenzó el proceso de Dios en tu vida, en el cual cada día de tu existir será una oportunidad más para que Dios este obrando en ti. Lo lindo de todo esto es que Jesús siempre está dispuesto a ayudarte en lo que necesites. El anhela en ti una mente renovada.

Desechar todo aquel pensamiento que no coincide con la Palabra de Dios. Si tú sabes que hay pensamientos que en lugar de ministrarte o servirte de bendición están dañando tu vida, DESECHALOS, tu puedes decir: “Es que lo intento y no puedo”. La Biblia dice que todo lo que pidiéremos creyéndolo lo recibiremos. Es hora que dobles rodillas y que clames a tu Padre Celestial que renueve tu mente y que deseche esos pensamientos que están dañando tu vida. A lo mejor pensamientos del pasado que no tienen cabida en tu presente, pues desde que Cristo te perdono eres nueva criatura y tus pecados fueron echados al fondo de la mar.

Examina que clase de pensamientos están dando vueltas en tu mente y si tú sabes que son negativos, deséchalos de una vez por todas. Y si sabes que hay ciertos programas de televisión o cierto sitio en Internet o en tu Ciudad que te están motivando a tener esos pensamientos negativos, entonces evítalos. No veas lo que te está dañando, cierra esos sitios de Internet, no frecuentes esos lugares en tu ciudad, pues si no comienzas a accionar nunca renovaras tu mente.

Adoptar a nuestra mente la forma de pensar del Señor. Algo que será de gran ayuda para que cada día renueves tu mente es formar en tu mente el pensar del Señor, es decir que antes de actuar cualquiera que sea la circunstancia, pregúntate: ¿CÓMO ACTUARIA JESÚS?, y dependiendo de cuál sería su Respuesta, así también actúa tú. Literalmente se lee fácil, pero en la práctica se verá si realmente quiere que Jesús renueve tu mente o quieres seguir esclavizado a una mente vana.

Es hora de desechar todo pensamiento que nos está orientando a fallar y a fallar, Dios no quiere que nos acomodemos al pecado, ni mucho menos que seamos esclavos de pensamientos del enemigo.

Es tiempo que busquemos la libertad a través de Jesús el único que puede renovar nuestra mente y hacernos más que victoriosos.

La Transformación Mediante la Renovación de Nuestras Mentes

Pero hoy, quiero concentrarme en la frase de Romanos 12:2, “mediante la renovación de vuestra mente”. “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. Como cristianos exaltadores de Cristo, somos completamente inútiles si todo lo que hacemos es adaptarnos al mundo que nos rodea. Y la clave para no desperdiciar nuestras vidas con esta clase de éxito y prosperidad, según pablo, es ser transformados: “no os adaptéis a este mundo, sino transformaos”. Esa palabra, transformación, es utilizada solo una vez en todos los evangelios, exclusivamente, cuando se refiere a Jesús en el monte de la transfiguración (el monte de la transformación— la misma palabra, metemorphõthë): “y se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz” (Mateo 17:2; Marcos 9:2).

La Libertad de Estar Sujetos a Cristo

Es por esto que la vida cristiana —aunque está totalmente sometida (Romanos 8:7; 10:3), esclavizada (Romanos 6:19, 22),  a la voluntad de Dios— aparece descrita en el Nuevo Testamento como una vida radicalmente libre.  “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad” (2da a los Corintios 3:17).  “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). En Cristo somos libres, porque cuando hacemos de corazón lo que amamos hacer, somos libres, si aquello que amamos hacer es lo que debemos hacer.  Y ese es el significado de la transformación: cuando somos transformados en Cristo, amamos hacer aquello que debemos hacer. Eso es libertad.

El Problema de Nuestras Mentes

Hay muchos que piensan que el único problema de la mente humana es que no tiene acceso a todo el conocimiento que necesita. Así que la educación se vuelve el gran instrumento para alcanzar la redención —tanto personal como social. Si las personas simplemente tuvieran más educación, no utilizarían sus mentes para inventar estafas elaboradas, y complots terroristas sofisticados, y complejos esquemas para la malversación, ni manipularían con las muchas palabras, ni la grosería radial de mentalidad ágil   ¡Si solo tuvieran más educación!

La Biblia hace un análisis más profundo acerca de este problema. En Efesios 4:23 Pablo utiliza una frase impactante para paralelizar Romanos 12:2. Dice: “y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente”. Ahora bien, ¿qué significa para el mundo?: “el espíritu de vuestra mente”. Al menos, significa que la mente humana no es una sofisticada computadora procesadora de datos que luego muestra fielmente estos datos al corazón para que éste dé una respuesta emocional apropiada. La mene tiene un “espíritu”. En otras palabras, nuestras mentes tienen algo que solemos llamar “mentalidad”. No solo tiene una opinión, tiene un punto de vista. No solo tiene el poder de percibir y detectar; también tiene una postura, una conducta, una orientación, una actitud, una inclinación. “y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente”.

El problema de nuestras mentes no radica simplemente en el hecho de que no somos infinitos, y por tanto, no tenemos toda la información. El problema es que nuestras mentes están caídas. Nuestras mentes tienen un espíritu, una inclinación, una mentalidad que es hostil a la supremacía absoluta de Dios. Nuestras mentes están inclinadas a no ver a Dios como infinitamente más digno de alabanza que nosotros, o que las cosas que hacemos o logramos.

Romanos 1:28: “Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada”. Así somos por naturaleza. No queremos ver a Dios como digno de ser reconocido y atesorado por encima de todas las cosas. Y usted sabe que esto es cierto acerca de sí por lo poco en que se esfuerza para conocer a Dios, y por lo mucho que le cuesta a su mente dedicar algo de tiempo para conocer mejor a Dios. La Biblia dice que hemos cambiado “la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible” (Romanos 1:23).  Y la imagen en el espejo es la imagen mortal que más adoramos.

La Relación Entre Los Versículos 1 Y 2

Ese es el problema de nuestras mentes. Este problema muestra la relación que hay entre los versículos 1 y 2 de Romanos 12. El versículo 1 dice que debemos presentar nuestros cuerpos—es decir, toda nuestra vida activa— como un sacrificio vivo, que es nuestro culto racional. De modo que el objetivo de toda la vida es adorar a Dios. O sea, existimos para utilizar nuestros cuerpos —toda nuestra vida— para mostrar el valor de Dios y todo lo que él es para nosotros en Cristo. Ahora sí tiene sentido cuando el versículo 2 dice que para que eso pase, nuestras mentes tienen que ser renovadas ¿Por qué? Porque por naturaleza, nuestras mentes no son mentes que adoren a Dios. Por naturaleza son mentes que nos adoran a nosotros mismos. Ese es el espíritu de nuestras mentes.

Otros Dos Diagnósticos Bíblicos Para El Problema

Ahora, antes de avanzar hacia el remedio y ver cómo encontrar la renovación de mente que Dios demanda, consideremos otros dos diagnósticos bíblicos para el problema. Vea la forma en que Pedro describe el problema de nuestras mentes en 1ra de Pedro 1:13-14: “Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción […] no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia”. Hay una ignorancia acerca de Dios —una supresión voluntaria de la verdad de Dios (Romanos 1:18) — que nos hace esclavos de muchas pasiones y deseos, las que perderían su poder si conociéramos a Dios como debemos (cf. 1ra a los Tesalonicenses 4:5): “los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia”. Pablo llama a estos deseos, “los deseos engañosos” (Efesios 4:22). Estos son deseos que arruinan la vida, destruyen la adoración, y obtienen su poder y vitalidad del engaño de nuestras mentes. Hay una clase de conocimiento de Dios —una renovación de mente— que nos transforma porque nos libera del engaño y del poder de los deseos extraños.

El otro diagnostico bíblico está en Efesios 4:17-18: “ya no andéis así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, 18 entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón”. Aquí Pablo nos lleva más profundo que Pedro. Él penetra por debajo de la “vanidad de la mente”, del “entenebrecimiento del entendimiento”, de la “ignorancia” voluntaria, y dice que todo tiene sus raíces en el “endurecimiento de sus corazones”. Aquí está la enfermedad más profunda, que infecta todo lo demás. Cuando suprimimos mentalmente la verdad libertadora, lo hacemos por la dureza de nuestro corazón.  Nuestros duros corazones no se subyugarán a la supremacía de Cristo, y por tanto nuestras mentes ciegas no podrán ver la supremacía de Cristo (cf. Juan 7:17).

El Espíritu Santo Renueva la Mente

Lo anteriormente expuesto nos trae finalmente al remedio, y nos muestra cómo podremos obedecer a Romanos 12:2: “transformaos mediante la renovación de vuestra mente”. Primero, antes de que podamos hacer algo, se requiere una doble acción del Espíritu. Y luego, nos unimos a él en esas dos. Digo que se requiere la acción del Espíritu Santo, porque esta palabra: “renovación”, en Romanos 12:2 es utilizada solo una vez en otro lugar, en toda la Biblia griega, específicamente en Tito 3:5 donde Pablo dice: “El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo”. Ahí está la palabra “renovación” que ya hemos visto que es tan necesaria. Y es una renovación por el “Espíritu Santo”. El Espíritu renueva la mente. Esta renovación es, primero que nada, y decisivamente, una obra del Espíritu Santo. Dependemos radicalmente de él. Nuestros esfuerzos siguen sus iniciativas y es el Espíritu quien nos capacita.

La Doble Obra del Espíritu Santo

Ahora bien, ¿cuál es la doble obra que el Espíritu Santo debe realizar en nosotros para renovar nuestras mentes, a fin de que toda nuestra vida se vuelva una constante adoración a Dios? 2da a los Corintios 3:18 prepara las condiciones para la respuesta: “Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” [RVA] ¿Qué hace el Espíritu para transformarnos en la imagen del Hijo de Dios, que glorifica a Dios? El Espíritu nos capacita para contemplar la gloria del Señor. Es así como se renuevan nuestras mentes —contemplando tenazmente las glorias de Cristo como realmente son.

Pero para hacernos capaces de contemplar así la gloria de Dios, el Espíritu debe realizar una doble obra. Debe obrar en dos direcciones: de afuera hacia adentro y de dentro hacia afuera. De adentro hacia afuera, exponiendo la mente a la verdad que exalta a Cristo. Es decir, debe llevarnos a escuchar el evangelio, a leer la Biblia, a estudiar los escritos que exaltan a Cristo y fueron realizados por grandiosos hombres espirituales, y a meditar en la perfección de Cristo. Esto es exactamente lo que nuestro gran enemigo no quiere que hagamos, según 2da a los Corintios 4:4, “el dios de este mundo [Satanás] ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo”. Porque ver la gloria de Cristo por lo que realmente es, dice Pablo, renovará la mente y transformará la vida y producirá una adoración infinita.

Y el Espíritu debe trabajar de adentro hacia afuera, rompiendo el endurecido corazón que ciega y corrompe nuestra mente. El Espíritu debe trabajar de afuera hacia adentro, mediante la verdad exaltadora de Cristo, y de dentro hacia afuera, abrazando humildemente la verdad. Si solo obrase de afuera hacia adentro, presentando, a nuestras mentes la verdad exaltadora de Cristo, pero sin romper nuestro endurecido corazón y haciéndolo humilde, entonces la verdad sería despreciada y rechazada. Y si solo volviera humilde a nuestro duro corazón, sin poner frente a nuestras mentes la verdad exaltadora de Cristo, no habría Cristo que abrazar y no tendría lugar la adoración.

 

 

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